jueves, 23 de septiembre de 2010

Salmo moderno de confianza divina

¡Oh Padre Divino, cuán grande éres!
Desde el poniente hasta el occidente
me estrechas tu abrazo de amor misericordioso;
y secas de mi cara cada lágrima humana.
Amanecíste el día para regalarme
una prueba nueva y un camino recto:
mi Padre y Señor santifica mis días
con pruebas, gracias y bendiciones
porque me ama.
Me aparta de la oscuridad y
a mi mente turbia limpia y da luz
con Su Palabra sabia e inmortal.
Ungues con aceite todas mis ansiedades
hasta cambiarlas por paz y gozo.
Conoció mis iniquidades y corrió
a salvarme de la muerte, porque me amó antes de nacer.
Si la lluvia es fuerte y el clima más que frío,
sopla calidez y refugio de sus labios
mientras me enseña a vivir un día a la vez.
¡Que toda voz sobre la tierra te alabe
y cante para tí tus alabanzas Jehová inmortal!
¡Que todas conozcan de tu poder y gloria
y se humillen de corazón ante tu trono de amor!
Porque estaba herido y me rescataste
de los cazadores sanguinarios;
estaba ciego y me tocaste con tu vara
para acercarme hacia tí.
Mi fe se regociga en tí y por tí esperaré
hasta el final de los todos los días...