viernes, 19 de julio de 2013

La Parada de las Calaveras











Han comenzado a desfilar por el frente de mi morada
las feas y dulces calaveras que cantan pausadas,
de inborrables sonrisas en sus caras blancas
que me traen algun designio y sus negras cartas.
Entonan coplas de pasados y pecados nefastos
de madrugada hacen bulla con latas y trastos,
irreverentes, alegres y traen noticias legales,
papeles doblados sellados con firmas formales.
Quieren que salga con ellas y participe del jolgorio,
que me beba unos tragos como parte del velorio,
que abandone mi alma y mis credos del cuerpo frío
para calentar los torpes huesos con que camina el impío.
Y cuando la noche acaba se desaparecen en sus tumbas
y cuando la tarde llega y la tristeza se vuelve profunda
toman el viejo tranvía que pasa por la 49a. avenida
de la vieja ciudad solitaria, donde todo quedó sin vida.
Vienen llenas de regalos tristes con desesperanza,
cantando el mismo réquiem de azul añoranza
de los años mozos olvidados tras las rejas grises
donde se festejará la última fiesta de rojos tapices.
Ahora mismo esperan y se asoman tras mi ventana,
beben cerveza y tequila hasta que aparece la mañana;
tienen la eterna paciencia de seguir cantando cada noche
hasta que decida festejar con ellas y montarme a su coche.
12:05 A.M.

martes, 7 de mayo de 2013

"El secreto paseo a las tumbas"



Caminó la noche hasta las tumbas y se sentó en ausencia del día,
para intentar observar los huesos de los descansados sonrientes
que le ganaron la batalla a la carne.
Sopló fría y cantó al son de buhos fisgones para mirar juntos
a tres carnales que gozaban y reían de la vida sobre la muerte;
que atizados por chispas de humo verde y seco
humedecían con el rojo tinto de las uvas chilenas.
Creció en la penumbra el abrazo y el afecto silencioso,
risueño de risas ahora ahogadas por la distancia del terreno.
Se besaron y en la oscuridad confundieron sus rostros
y se dejaron blancos de desnudez para brillar con la luna
que desconfiada y menguante, mostraba eréctil
sus brillantes puntas ambiguas de celo y deseo.

El polvo de los muertos se mezcló con el sudor de los vivos
y se embarrialaron sus pieles calientes y sensibles,
se besaron nuevamente, se abrazaron y cantaron una vieja canción
de amor olvidada con coros desentonados y movimientos torpes,
quebrando la copa que armonizaba la trilogía.
Alguien lloró con lágrimas saladas y verdaderas para despedirse,
despedirse de la luna, del viento, de los buhos y de los muertos
porque su vida hacia otros rumbos pronto continuaba.
Fue la última vez que los vió la noche y los buhos
y la mañana llegó para ver un rastro de sangre roja...
o talvez la mancha sobre tumba blanca que deja el vino
junto a la copa rota.

martes, 16 de abril de 2013

Alma Humana

I
Camina mi alma sobre angosto trillo
no por mito, sino porque así lo he decidido;
y se alimenta de palabras sabias y dulces
necesarias como el pan y el agua,
tan necesarios en este mundano suelo.
Y los pasos se vuelven firmes y fuertes
en la noche y en el día, en el pantano
o en la sequía, en la vida y en la muerte...
la muerte de mis viejos días.
Se jubila y crece la familia bella
que exhalta en conjunto los coros de
fortaleza, como brazos pujantes
de Padre amoroso y correcto.

II
Más cual Caín envidioso y malo,
lo humano se revela contra los bello
del alma protegida, golpeando con hueso
tosco y pasional al Abel de mi alma humilde.
Todo en segundos se convierte en burla
demoniaca, que se goza con la caída
de los efímero y fuerte del alma.
Tres gigantescas caídas acompañan a
cualquier humano en la existencia,
al peso de una cruz a cuestas y hasta
el calvario sublime de la dulce muerte.
Entre hombres me veré señalado en medio,
de uno sabio y otro necio, para mostrarles
el camino eterno que nos llevará
directo, hacia el Cielo.