Creces como peste podrida
como peste desechada
entre los rincones fríos de la ciudad y el alma.
Contaminas los colores del mar
y las montañas, y tu humo carboniza mis entrañas.
Éres hija abandonada, que ha sido violada por necesidad humana
y la sombra y el fantasma que cobra vidas gastadas.
Algunos te esconden en bolsas desparramadas
pero tú rompes el tiempo y te descubres en el agua.
Lloro por mi vida, lloro por los que vienen felices
y de tí no saben nada.
Te has podrido para exhaltarte,
te has llenado de gusanos en tu cara,
y ya veo pronto en este panorama
donde tu hedor y malicia se convierten en arma mortal y alocada.